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El Reino Unido ha impuesto su conjunto Plan B de restricciones contra el coronavirus, incluidos los controvertidos pasaportes de inmunidad para Inglaterra, mientras Europa se prepara para una «oleada» de infecciones debido a la variante Ómicron, más transmisible.
Sin introducir ninguna otra medida draconiana, el Gobierno del Reino Unido espera utilizar el Plan B como un medio para frenar la propagación de la COVID-19 mientras intensifica su programa de refuerzo de la vacunación.
A pesar de que el nivel de alerta nacional se elevó al nivel cuatro, todas las tiendas, hoteles y negocios permanecen abiertos sin restricciones. Sin embargo, como parte del Plan B, los diputados aprobarán los denominados pasaportes de inmunidad durante la semana. Según estos planes, las personas que visiten cualquier recinto cubierto de Inglaterra con capacidad para más de 500 personas o un recinto al aire libre con capacidad para más de 4.000 personas deberán demostrar que están completamente vacunados, que son inmunes de forma natural o que han obtenido un resultado negativo en la prueba de flujo lateral para poder entrar. Ya existen normas similares en Escocia y Gales.
Mientras tanto, el resto de Europa también se prepara para una ola de infecciones por Ómicron. Dinamarca y Noruega han endurecido sus medidas, siguiendo medidas similares en Alemania, Italia, Francia e Irlanda. Polonia ha hecho que las vacunas sean obligatorias para los trabajadores del sector público, mientras que en Austria, el canciller Karl Nehammer dijo que el bloqueo nacional se levantaría el domingo, pero que las restricciones seguirían aplicándose a los ciudadanos no vacunados.
En una noticia más positiva, el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos informó que 184.000 estadounidenses solicitaron prestaciones por desempleo la semana anterior, la cifra más baja desde 1969. El número de puestos vacantes en los EE. UU. también aumentó mucho más de lo esperado, hasta alcanzar la cifra récord de 11 millones, y la mayor parte de los avances se debieron a los servicios de alojamiento y alimentación.
Las cifras revisadas de crecimiento económico publicadas por la Oficina del Gabinete de Japón mostraron que el producto interno bruto se contrajo un 3,6% anualizado en el tercer trimestre, más que la estimación preliminar del 3,0%. El consumo privado cayó más de lo esperado, debido principalmente al aumento de los casos de coronavirus durante el verano.