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Tras una fuerte venta a principios de la semana pasada, atribuida a la nueva preocupación por la variante Delta del coronavirus, las acciones de los Estados Unidos repuntaron hacia finales de semana.
Muchos observadores relacionaron los pronunciados descensos de principios de semana con los crecientes temores sobre la propagación de la variante Delta del coronavirus. Los casos y las hospitalizaciones aumentaron en muchas partes del país, especialmente en los estados con bajos niveles de vacunación. A las acciones vinculadas a la reapertura de la economía, como las de los operadores de cruceros y las compañías aéreas, les fue especialmente mal, ya que gran parte de las ganancias se concentraron en gigantes relacionados con la tecnología e Internet.
Las economías europeas continuaron reabriéndose a pesar del fuerte aumento de las infecciones por coronavirus. Los casos nuevos aumentaron un 40% durante la última semana en el Reino Unido, donde la escasez de mano de obra se ha visto agravada por una aplicación para teléfonos inteligentes respaldada por el gobierno que alerta a las personas que pueden haberse cruzado con una persona infectada y les aconseja un período de autoaislamiento. Después de que el Reino Unido levantara todas las restricciones restantes el lunes pasado, tanto el primer ministro Boris Johnson como el líder de la oposición, Sir Keir Starmer, tuvieron que ponerse en cuarentena.
Mientras tanto, el gobierno francés dijo que no podía descartar la reintroducción de las medidas de toque de queda si las infecciones siguen aumentando a un ritmo tan rápido. En España, varias regiones solicitaron la reintroducción de algunas restricciones.
El gobierno de Japón actualizó su plan energético básico y se espera que el gabinete apruebe el borrador a finales de este año. Describe las ambiciones para aumentar drásticamente el uso de energía renovable en el país y reducir el consumo de combustibles fósiles durante la próxima década para cumplir con los objetivos de emisiones de carbono. El primer ministro Yoshihide Suga ha prometido que Japón se esforzará por lograr la neutralidad de carbono para 2050. El plan también establece que Japón intentará reducir su dependencia de la energía nuclear en la medida de lo posible, pero que sigue siendo una fuente de energía importante. La industria nuclear del país ha tenido problemas desde el desastre de la central eléctrica de Fukushima en 2011, y el sentimiento antinuclear es fuerte entre la población.